jueves, 8 de enero de 2009

Lectura bíblica Salmo 126: 1-6.
Por Vladimir Orellana Cárcamo.
Domingo 23 de noviembre, 2008.


Han transcurrido 112 años, desde que el evangelio llegó a territorio salvadoreño. En 1996 se conmemoró en nuestro país Cien años de presencia evangélica. Algunas iglesias recordaron a los primeros misioneros: Samuel Purdie, Roberto Bender y otros, quienes a fines del S. XIX arribaron con las Buenas Nuevas de Salvación a la tierra cuscatleca. También se valoró a las primeras generaciones de creyentes quienes a lo largo de la primera mitad del S.XX, sufrieron calumnias y persecución estimulada por algunos dirigentes de la religión oficial.

En las primeras décadas del siglo pasado, era frecuente que a los predicadores les tiraran “agua hirviendo”, o que personas fanáticas apedrearan los templos evangélicos en el momento en que los hermanos celebraban culto. Sin embargo, los primeros seguidores de Cristo en El Salvador, no se acobardaban ante las circunstancias adversas. Ellos exclamaban como el apóstol Pablo, quien declaró que nada “nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús?” ( Rom. 8:39).

Es pertinente señalar que también los cristianos de generaciones pasadas, fueron llamados, con los siguientes epítetos: “herejes” “ignorantes” “masones” “luteranos” y con toda una serie de calificativos con los que trataron de desprestigiarlos. No obstante, poco a poco, Dios fue quitando la venda a muchos salvadoreños, quienes al oír la predicación del evangelio se les despertó el interés por leer la Biblia. Y gracias a la lectura y a un proceso de conversión, fueron dejando a un lado las supersticiones y dogmas enseñados por el Catolicismo Romano.

En la actualidad, vemos que la iglesia evangélica ya no es víctima en forma generalizada de agresiones físicas y psicológicas. Tampoco ya no se le ve como un sector de la sociedad integrada por personas de “bajo nivel académico” puesto que en el seno de las comunidades cristianas pueden encontrarse personas de diversas profesiones y oficios.

Heroísmo, fe y valentía caracterizaron a los primeros creyentes en Cristo en nuestro país. Con mucho sacrificio construyeron iglesias. Pagaban espacios en radios comerciales para pregonar el evangelio, pues aún no existían estaciones radiales cristianas. Lógicamente, corresponde a los cristianos del presente conocer y valorar la abnegación de los siervos de Cristo, quienes años atrás, sembraron con “lagrimas la preciosa semilla” la cual germinó y permitió, que nosotros un día conociéramos a Dios, no por tradiciones religiosas , sino que a través de la revelación del Espíritu Santo y lectura bíblica.

Como cristianos estamos llamados a investigar sobre la historia del evangelio en nuestro país. Es de vital importancia conocer el recorrido histórico de nuestras comunidades evangélicas, sólo así valoraremos el esfuerzo que emprendieron en circunstancias hostiles, los obreros de Cristo empeñados por presentar el evangelio de salvación a sus demás compatriotas.

A 112 años de presencia evangélica en El Salvador, el mejor homenaje que podemos tributarles a los primeros heraldos de las verdades cristianas, es proseguir anunciando, a través de los medios posibles, el único mensaje que transforma a las personas y es capaz de sanar las heridas de un país.